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Max WEBER nació el 21
de abril de 1864 y murió el 14 de junio de 1920. Tal vez estas fechas digan
poco a un lector del siglo 21, pero situándolas en su contexto histórico, se
verá que fue testimonio de la creación del Imperio (1871), de su hundimiento
(1918) y del nacimiento de la República de Weimar (1919) a la redacción de cuya
constitución contribuyó decisivamente. A lo largo de su vida conoció dos
guerras nacionales (1866 y 1870), una guerra mundial (1914-1918) y tres
revoluciones (las de 1905 y 1917 en Rusia y 1918 en Alemania). Su disección de
la sociedad burguesa es, pues, también una consecuencia de su conocimiento vivo
de la historia y de su experiencia inmediata de la transformación del mundo
cultural que había sido el de los grandes propietarios latifundistas prusianos
aburguesados [Junkers] y acabará siendo el de las tensiones obreras y el
ascenso de la socialdemocracia.
WEBER como pensador resume las tradiciones políticas de la
Alemania de su época: fue liberal, se implicó en el pensamiento social
cristiano y terminó en el Deutsche Demokratische Partei en 1919, después de
haber estado vinculado a la socialdemocracia, que le desagradaba por
burocrática; no pretende transformar el mundo pero comparte con Marx un enfoque
metodológico básico: el de explicar las sociedades como un conjunto de
estructuras y de prácticas sociales colectivas. Y lo hace con una perfecta
distancia, o “neutralidad axiológica” si se prefiere, en lo que se refiere a
las consideraciones morales. Así, en 1892 podía escribir, por ejemplo, que:
«... desde el punto de vista de la razón de estado; éste no es para mí un
problema referente a los obreros agrícolas, no pregunto si viven bien o mal y
cómo se los puede ayudar». Podríamos encontrar textos de Marx sobre la
situación de los obreros en la India que no estaría demasiado lejos de este
enfoque.
Así, a diferencia de Marx,
en WEBER las clases son únicamente una de las formas de la estratificación
social, atendiendo a las condiciones de vida material, y no constituyen un
grupo consciente de su propia unidad más allá de ciertas condiciones de vida.
Los “grupos de estatus” se
distinguen por su modo de consumo y por sus prácticas sociales diferenciadas
que dependen a la vez de elementos objetivos (nacimiento, profesión, nivel
educativo) y de otros puramente subjetivos (consideración, reputación...).
Estos “grupos de estatus” se distinguen unos de otros por estilos o “modos de
vida” (concepto que hay que comprender por oposición a “nivel de vida”).
Finalmente, los “partidos
políticos” expresan y unifican en forma institucional intereses económicos y
estatus sociales comunes, aunque su creación puede fundamentarse también en
otros intereses (religiosos, éticos, etc...).
TRES MOMENTOS EN UN MÉTODO
WEBER en la famosa primera
frase de ECONOMÍA Y SOCIEDAD, define la sociología como: «... una ciencia que
se propone comprender por interpretación [deutend verstehen] la actividad
social interpretándola, y a partir de ahí explicar causalmente [ursächlich
erklären] su desarrollo y sus efectos».
De aquí se derivan las tres
etapas de toda sociología: comprensión, interpretación y explicación, que no
han de considerarse como peldaños de una escalera sino como formas de análisis
convergentes de la realidad social, sin que quepa considerar a una “superior” a
otra.
«Comprender» la acción
social significa optar por la “neutralidad axiológica”, tanto por razones
morales como por la propia especificidad de la teoría. No es necesario ponerse
en la piel de los actores sociales para comprenderles, o como dice en ECONOMÍA
Y SOCIEDAD: «No es necesario ser Cesar para comprender a Cesar». Ningún
científico social tiene derecho a aprovecharse de su situación para hacer
ostentación de sus sentimientos particulares. Y, por el mismo hecho de que en
ciencias sociales es imprescindible seleccionar cuidadosamente los materiales,
la neutralidad axiológica es imprescindible para el buen resultado del
análisis.